Los mayistas de mediados del Siglo XX pensaron que cuando se completara 13 Bak’tun se daría por terminada la Cuenta Larga de los mayas. Pero desde la década de 1980 ese supuesto se descartó debido a la creciente evidencia en muchos monumentos acerca de la continuidad en la cuenta de los días después de 13 Bak’tun, donde se avanza hacia el tiempo futuro desde 13 Bak’tun pasando por 14 Bak’tun (394.52 años después) y así sucesivamente hasta 1 Pik’tun (es decir, 20 Bak’tun)- e incluso más allá.
Es cierto que el hecho de que se completen 13 ciclos de 144000 k’in (Bak’tun) será significativo porque, en la cosmovisión maya 13 (Uxlaju’n) representa el nivel más alto del cielo. Es debido a ello que Bahlam Ajaw, gobernante de Tortuguero, anunció un ritual especial para Bolon Yokte’ K’uh. Pero dicho ritual no implicará la ocurrencia de catástrofes ni requerirá de ofrendas sangrientas.
Bolon Yokte’ K’uh, una deidad de transición que también estuvo presente en el evento de la Creación del Tiempo-Espacio Ordenado, hace 5128 años más 280 días, sería rodeado por una cuerda para denotar que el ciclo de 13 Bak’tun habría sido completado y que comenzaría la recta final hacia el primer Pik’tun. A modo de ejemplo, la celebración de 13 Bak’tun es tan importante como el celebrar a un niño que entra a la adolescencia a la edad de trece años.
Asociada a lo que se ha dicho sobre ‘el fin de la Cuenta Larga’ está la fecha en la que supuestamente termina el 13 Bak’tun, misma que también es falsa. La Correlación Goodman-Martínez-Thompson (GMT) es la que señala tal fecha, pero esa correlación está siendo seriamente cuestionada por los mayistas más serios, debido a que no es capaz de explicar cuestiones tan fundamentales como las fechas de eclipses que aparecen registradas en el Códice de Dresden, el almanaque astronómico maya más importante que se conoce. Aquella correlación tampoco permite asociar la fecha de 21 de diciembre de 2012 (o 23 de diciembre de 2012) con algún evento astronómico relevante que pudieran haber predicho los astrónomos mayas.
La Correlación que presento aquí es absolutamente consistente con la Tabla de Eclipses y con el evento astronómico descrito en la página 52a del Códice de Dresde para la fecha de la Creación y para 8 días después: la primera salida heliaca de Venus vespertino junto con la primera aparición de la Luna en el cielo del poniente. Siguiendo la lógica cíclica, este mismo evento se dará al completarse 13 Bak’tun y 8 días después: el 3 de mayo de 2013 y el 11 de mayo de 2013, respectivamente.
El hecho de que el cierre de 13 Bak’tun sea el 3 de mayo es extremadamente significativo porque el 3 de mayo es la orientación típica de muchos monumentos y pirámides que miran hacia el cielo del poniente, tal como la Pirámide de la Serpiente Emplumada en Teotihuacán. Esa fecha ha sido esperada desde el Clásico temprano. El hecho de que el fenómeno astronómico ocurrido en la Creación de esta Era se llegaría a replicar justamente al completarse 13 Bak’tun, produjo gran expectativa desde la primera y segunda centurias de la era cristiana. El astro protagónico fue entonces (el 27 de julio de 3117aC) y será prontamente -el 3 de mayo de 2013-, Venus vespertino, en su primera salida heliaca sobre el poniente.
La emergencia de Venus fue asociada con la renovación, la recreación, la evolución y trascendencia, y ciertamente no se vinculó a una fulminante terminación del tiempo. Solo los modelos lineares del tiempo y el espacio puede especular que en algún momento pueda darse semejante final. Pero los mayas (y los mesoamericanos) tienen una cosmovisión cíclica y multi-escalar, lo que significa que, a partir de una unidad indivisible y cíclica (el k’in – o día) se dan ciclos mayores, siendo cada uno fractal de los otros. Así es como Venus vespertino llegará a ser no solo protagonista del día de la Creación de la Era actual (cuando se colocaron las tres piedras del fogón, hace 5128 años y 280 días) sino también estará presente el día en que se re-creará aquella creación.
En conclusión, las civilizaciones mayas y mesoamericanas estaban bien conscientes de que la articulación cíclica de eventos astronómicos con registros numéricos (o calendáricos) era la mejor demostración de un logro supremo: el poder escenificar el orden del mundo tan perfectamente como los cuerpos celestes pueden escenificar el orden del cielo, siendo el más sublime de ellos Venus. La salida de Venus como estrella del atardecer es signo de la victoria obtenida sobre las deidades del inframundo. Ciertamente, ése es un buen augurio.
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